Quienes
firmamos este artículo, marchistas de la columna "Euskal Herria",
sentimos orgullo de haber ido tras una pancarta que, con una única palabra, ha
sido capaz de aglutinar a tal multitud de personas que, desde sus realidades
más concretas, ha querido sumarse a esta impresionante avalancha de dignidad
que se produjo en Madrid el pasado 22M.
No
solo la manifestación; los días que hemos andado en nuestra aproximación a
Madrid nos han permitido coincidir con personas de otros territorios y naciones,
con quienes desde unos planteamientos comunes hemos tejido reflexiones y
complicidades que, a futuro, pueden redundar en beneficio común.
El
manifiesto, de gran interés y por desgracia poco difundido, expresaba con
claridad el contexto de la convocatoria
y los objetivos que se pretendían. Recogemos tres de sus párrafos, no
consecutivos:
“En 2014 nos encontramos ante una situación
extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos
convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la
ciudadanía y los pueblos.
Llamamos a los pueblos a que ejerzan su soberanía,
alzando su voz de abajo arriba, democráticamente, para construir un proceso
constituyente que garantice realmente las libertades democráticas, el derecho a
decidir y los derechos fundamentales de las personas.
Una movilización contra el pago de la
deuda, por el empleo digno, por la renta básica, por los derechos sociales, por
las libertades democráticas, contra los recortes, la represión y la corrupción,
por una sociedad de hombres y mujeres libres, una movilización contra un
sistema, un régimen y unos gobiernos que nos agreden y no nos representan.”
No cabe la
menor duda: la situación actual es de emergencia social. El nivel de destrozo
que desde todos los gobiernos (Gasteiz e Iruñea incluidos) se está realizando
al conjunto de la sociedad es histórico. Era impensable, a nada que volvamos la
vista a los años previos a la crisis, que esto pudiera ocurrir. Y es desolador que
se esté produciendo y que la capacidad de movilización social no sea como para
tirar cohetes.
Hay que
destacar el gran respeto que, en las marchas, se ha tenido a las realidades
propias de cada pueblo. Ha sido un valor cuidado desde los primeros pasos de
esta iniciativa y una de las claves para que todas y todos pudiéramos sentirnos
a gusto en ella.
Además, el
haber sido capaces de sintetizar todas las reivindicaciones en una única
consigna, "Pan, trabajo y techo",
ha sido otro gran acierto.
Frente a
tanta razón, el Estado ha tenido que utilizar todos sus recursos: el cerco
mediático (también en Euskal Herria) ha sido impresionante; por su parte el
despliegue policial anunciado desde días antes de la manifestación convirtió la
movilización en un asunto de orden público. El propio 22 de Marzo, frente a
tanta dignidad no pudieron oponer más que la criminalización del movimiento, en
base a una estrategia perfectamente diseñada por los mandatarios y las fuerzas
del orden. Pese a ello, no han podido
ocultar el tsunami humano que ese día
inundó Madrid.
Desde
nuestra mirada, como sindicalistas de ESK, hay otro elemento a destacar: la
fotografía del martes 18, justo tres días antes de la manifestación, en la que
los secretarios generales de CC.OO. y UGT junto con la patronal y el gobierno
del PP pretendieron resaltar que lo peor de la crisis ya había pasado y que lo
que hay que hacer es reconstruir los puentes de la concertación para buscar la
salida de la crisis de forma acordada.
Esa
fotografía, y otras muchas parecidas a lo largo de la crisis, hacían necesaria la convocatoria de una
manifestación masiva, impulsada y organizada por el sindicalismo alternativo,
reivindicativo y coherente.
Una imagen
vale más que mil palabras. Comparar la de la reunión del día 18 con las miles
de imágenes que nos ofreció el 22M contrapone la indignidad de unos dirigentes frente
a la dignidad de la
ciudadanía. Desconocemos qué opinión habrán sacado las muchas
personas que siendo de esas organizaciones consideraron que su lugar estaba en la
manifestación.
En el debe, lamentamos
que la columna "Euskal Herria" no haya sido más nutrida (por qué no
decirlo, hemos tenido envidia de la de Andalucía…) y no terminamos de entender las razones
que han llevado a que, como gente trabajadora y como nación, no se haya
realizado el esfuerzo de sumar nuestra energía a las del resto de personas y
pueblos oprimidos por la misma bota.
Esperemos
que lo aprendido en esta experiencia, tras una reflexión colectiva, nos sea de utilidad
para librar las próximas batallas. Tenemos mucha tarea. Frente a la idea que
nos quieren vender, la de los brotes verdes, hay que contraponer la realidad:
desempleo, precariedad, pérdida de derechos…
Queremos
terminar esta reflexión de urgencia con el inicio de un artículo del periodista
y locutor de radio Javier
Gallego, publicado el día 21:
A ti que caminas con la
suela del alma gastada pero no dejas que el alma se te caiga al suelo, que
tiendes la mano a las que caen y ayudas a levantarse a los que han tropezado,
que caminas con los pies rotos pero no derrotados, que admites las derrotas
pero no te das por vencido, que llevas zapatos cansados pero incansables y atas
tus cordones a los de quien te acompaña para acompasar vuestros pasos.
A ti que cargas en tu espalda con lo tuyo y con
los tuyos, con lo nuestro y con lo mío y que llevas un país en la mochila por
todo el país, que marchas por un país que se arrastra y llevas a cuestas a tus
paisanos, que haces surcos en la tierra y dejas huella en el camino para los
que vienen detrás, que haces país al andar y marchas con dignidad por este país
indignado que se levanta de nuevo al verte pasar.(…)
Igor Mera,
Iratxe Álvarez, Félix Irizar y Amancay Villalba (miembros de ESK)
No hay comentarios:
Publicar un comentario